LAS HORAS DEL NO
La civilización es testigo de cómo se suceden con un ritmo acelerado, productos, gadgets y artefactos, con el propósito de hacernos má productivos. El imperativo de la productividad está tan arraigado en nuestras vidas que poner un alto, aunque sea por un momento, resulta inconcebible. Incluso nuestras vidas ya no son vidas, sino proyectos en desarrollo que nunca terminan. Cuando este proyecto no se cumple
a cabalidad, deviene entonces la depresión y el agotamiento.
En Las horas del No, Ariatna Sánchez nos muestra que en el corazón mismo de la rutina laboral, donde la monotonía y el mandato de eficiencia se entrelazan, emerge un espacio de encuentro y resistencia, un liminal donde la cotidianidad se transforma en la materia prima de la expresión artística. De esta forma, las fronteras entre el trabajo y el juego se desdibujan, y el espacio laboral se convierte en un escenario
para la contemplación y el ocio.
Durante tres jornadas completas, el recibidor de la Torre UNAM se transformó en un microcosmos de narrativas, un espacio donde la historias de quienes lo habitan se entrelazan y entremezclan. A través de materiales de apoyo cuidadosamente diseñados, los participantes son alentados a compartir sus experiencias y reflexionar sobre sus rutinas, sus alegrías y frustraciones en el entorno laboral. La obra de Ariatna no se limita a la mera recopilación de testimonios; más bien, transforma estas narrativas en obras de arte vivas representada en diseños y gráficos que intervienen los tapiales de los elevadores de la torre. También en stencils que dan testimonio del paso del tiempo, como relojes de sol que registran las largas jornadas laborales. Aquí,
en medio del flujo constante de ascensores y personas, las historias individuales se convierten en un tapiz colectivo que dibuja con imágenes las experiencias comunes y singulares de quienes habitan este espacio de trabajo.
Desde lo social hasta lo político y lo afectivo, Las horas del No arroja una brillante luz sobre los mecanismos de dominación que operan en estos entornos y la manera en que los espacios laborales moldean nuestras vidas e identidades. Pero también nos ofrece la posibilidad de resistir a través de la creatividad y el esparcimiento. En un mundo donde el tiempo y el espacio están cada vez más regimentados. Las horas del No nos invita a repensar el trabajo no sólo como una actividad productiva, sino como un campo lúdico para la imaginación, el arte y la resistencia.
a cabalidad, deviene entonces la depresión y el agotamiento.
En Las horas del No, Ariatna Sánchez nos muestra que en el corazón mismo de la rutina laboral, donde la monotonía y el mandato de eficiencia se entrelazan, emerge un espacio de encuentro y resistencia, un liminal donde la cotidianidad se transforma en la materia prima de la expresión artística. De esta forma, las fronteras entre el trabajo y el juego se desdibujan, y el espacio laboral se convierte en un escenario
para la contemplación y el ocio.
Durante tres jornadas completas, el recibidor de la Torre UNAM se transformó en un microcosmos de narrativas, un espacio donde la historias de quienes lo habitan se entrelazan y entremezclan. A través de materiales de apoyo cuidadosamente diseñados, los participantes son alentados a compartir sus experiencias y reflexionar sobre sus rutinas, sus alegrías y frustraciones en el entorno laboral. La obra de Ariatna no se limita a la mera recopilación de testimonios; más bien, transforma estas narrativas en obras de arte vivas representada en diseños y gráficos que intervienen los tapiales de los elevadores de la torre. También en stencils que dan testimonio del paso del tiempo, como relojes de sol que registran las largas jornadas laborales. Aquí,
en medio del flujo constante de ascensores y personas, las historias individuales se convierten en un tapiz colectivo que dibuja con imágenes las experiencias comunes y singulares de quienes habitan este espacio de trabajo.
Desde lo social hasta lo político y lo afectivo, Las horas del No arroja una brillante luz sobre los mecanismos de dominación que operan en estos entornos y la manera en que los espacios laborales moldean nuestras vidas e identidades. Pero también nos ofrece la posibilidad de resistir a través de la creatividad y el esparcimiento. En un mundo donde el tiempo y el espacio están cada vez más regimentados. Las horas del No nos invita a repensar el trabajo no sólo como una actividad productiva, sino como un campo lúdico para la imaginación, el arte y la resistencia.





